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domingo, 2 de noviembre de 2014

Te acordás?

Andrés Colmán Gutiérrez.

MEMORIA / 25 AÑOS

¿Te acordás…?
La calle era de la policía.
En cualquier esquina, a cualquier hora, podían subir al micro. Los fusiles enristrados, las caras hoscas, esas miradas que te hacían creer que siempre eras el sospechoso que ellos estaban buscando, aunque nunca supieras qué delito habías cometido.
¿Te acordás...?
Llegaban envueltos en la oscuridad más negra.
Un golpe en la puerta.
Un nombre.
Una orden superior.
Y un ser querido arrancado de la tranquilidad del hogar, para ser arrojado a la noche del dolor y la tortura, al foso del olvido, a la nada y al vacío.
¿Te acordás...?
Las paredes y los muros de la ciudad, con las escrituras de la expresión popular ahogadas a golpes de brocha gorda. Letras de libertad y esperanza asesinadas con gruesas manchas de pintura negra.
¿Te acordás...?
El grito sofocado.
La palabra reprimida.
El nombre impronunciable.
La canción prohibida.
El libro oculto bajo las tablas del piso.
El pensamiento dormido en las profundidades del subconsciente.
¿Te acordás...?
Sí.
Ya sé.
Duele recordar.
Duele mucho.
A veces uno quisiera apretar la tecla de escape, dar la orden delete o borrar archivo, como en las compus. Dejar que un agujero negro se nos instale en la memoria.
Sería más fácil, ¿verdad?
Escribir la historia sobre la arena.
Despertarse y encontrar que todo no ha sido más que una horrible pesadilla.
Pero… no es posible.
No hay mañana sin ayer.
No se puede saber a dónde vamos… si primero no sabemos de dónde venimos.
Hay una sola manera de evitar tropezar de nuevo con la misma piedra, y es recordar que la piedra estuvo ahí, que el golpe fue doloroso.
Porque la memoria trae respuestas concretas, contundentes, para quienes evocan y defienden al totalitarismo.
"Era feliz y no lo sabía...".
¿No sabía qué...?
¿Se puede ser feliz a costa de no saber, o de fingir no saber, el sufrimiento de los demás?
¿Se puede ser feliz siendo cómplice con el silencio, o con la indiferencia, ante las torturas, las persecuciones políticas, los exilios, las desapariciones, los asesinatos, el terrorismo de Estado…?
"En esa época no había tanta pobreza, tanta corrupción, tanta gente con hambre...".
¿Ah no…?
Entonces, ¿por qué casi un millón de paraguayos tuvieron que marcharse a la Argentina?
¿De dónde salieron los campesinos sin tierra? ¿Se cayeron de una nube?
¿En qué época se formó el cinturón de miseria alrededor de Asunción?
"En esa época había seguridad, se podía caminar tranquilo por las calles...".
¿Ah sí…?
¿Seguridad, para quienes?
¿Para los que callaban y agachaban la cabeza ante la arbitrariedad?
¿Había seguridad para Napoléon Ortigoza, encerrado vivo durante 25 años en una celda de dos metros por uno?
¿Había seguridad para Mario Schaerer Prono, asesinado salvajemente en la mesa de torturas de Investigaciones?
¿Había seguridad para los campesinos de las Ligas Agrarias o del caso Caguazú, cuyos restos hasta hoy no pueden ser encontrados? ¿Eh…?
Por eso... acordáte.
Ahora que otra vez se respiran algunos efluvios represivos en el aire. Ahora que la Policía de nuevo disuelve movilizaciones ciudadanas a garrotazo limpio y pretende ahogar a balazos las protestas campesinas... acordáte.
Sin rencor, sin miedo, sin ánimos de venganza... acordáte de todo lo que pasó.
Por la dignidad.
Por la justicia.
Por la identidad.
Por la memoria.
Contra el olvido y contra el silencio... acordáte.
No te olvides.
¡NUNCA MÁS…!

ANDRÉS COLMÁN GUTIÉRREZ
(Versión original escrita en 1992; reelaborada en 2014, a 25 años de la caída de la dictadura stronista. Foto: Archivo del Diario Última Hora).
MEMORIA / 25 AÑOS ¿Te acordás…? La calle era de la policía. En cualquier esquina, a cualquier hora, podían subir al micro. Los fusiles enristrados, las caras hoscas, esas miradas que te hacían creer que siempre eras el sospechoso que ellos estaban buscando, aunque nunca supieras qué delito habías cometido. ¿Te acordás...? Llegaban envueltos en la oscuridad más negra. Un golpe en la puerta. Un nombre. Una orden superior. Y un ser querido arrancado de la tranquilidad del hogar, para ser arrojado a la noche del dolor y la tortura, al foso del olvido, a la nada y al vacío. ¿Te acordás...? Las paredes y los muros de la ciudad, con las escrituras de la expresión popular ahogadas a golpes de brocha gorda. Letras de libertad y esperanza asesinadas con gruesas manchas de pintura negra. ¿Te acordás...? El grito sofocado. La palabra reprimida. El nombre impronunciable. La canción prohibida. El libro oculto bajo las tablas del piso. El pensamiento dormido en las profundidades del subconsciente. ¿Te acordás...? Sí. Ya sé. Duele recordar. Duele mucho. A veces uno quisiera apretar la tecla de escape, dar la orden delete o borrar archivo, como en las compus. Dejar que un agujero negro se nos instale en la memoria. Sería más fácil, ¿verdad? Escribir la historia sobre la arena. Despertarse y encontrar que todo no ha sido más que una horrible pesadilla. Pero… no es posible. No hay mañana sin ayer. No se puede saber a dónde vamos… si primero no sabemos de dónde venimos. Hay una sola manera de evitar tropezar de nuevo con la misma piedra, y es recordar que la piedra estuvo ahí, que el golpe fue doloroso. Porque la memoria trae respuestas concretas, contundentes, para quienes evocan y defienden al totalitarismo. "Era feliz y no lo sabía...". ¿No sabía qué...? ¿Se puede ser feliz a costa de no saber, o de fingir no saber, el sufrimiento de los demás? ¿Se puede ser feliz siendo cómplice con el silencio, o con la indiferencia, ante las torturas, las persecuciones políticas, los exilios, las desapariciones, los asesinatos, el terrorismo de Estado…? "En esa época no había tanta pobreza, tanta corrupción, tanta gente con hambre...". ¿Ah no…? Entonces, ¿por qué casi un millón de paraguayos tuvieron que marcharse a la Argentina? ¿De dónde salieron los campesinos sin tierra? ¿Se cayeron de una nube? ¿En qué época se formó el cinturón de miseria alrededor de Asunción? "En esa época había seguridad, se podía caminar tranquilo por las calles...". ¿Ah sí…? ¿Seguridad, para quienes? ¿Para los que callaban y agachaban la cabeza ante la arbitrariedad? ¿Había seguridad para Napoléon Ortigoza, encerrado vivo durante 25 años en una celda de dos metros por uno? ¿Había seguridad para Mario Schaerer Prono, asesinado salvajemente en la mesa de torturas de Investigaciones? ¿Había seguridad para los campesinos de las Ligas Agrarias o del caso Caguazú, cuyos restos hasta hoy no pueden ser encontrados? ¿Eh…? Por eso... acordáte. Ahora que otra vez se respiran algunos efluvios represivos en el aire. Ahora que la Policía de nuevo disuelve movilizaciones ciudadanas a garrotazo limpio y pretende ahogar a balazos las protestas campesinas... acordáte. Sin rencor, sin miedo, sin ánimos de venganza... acordáte de todo lo que pasó. Por la dignidad. Por la justicia. Por la identidad. Por la memoria. Contra el olvido y contra el silencio... acordáte. No te olvides. ¡NUNCA MÁS…! ANDRÉS COLMÁN GUTIÉRREZ (Versión original escrita en 1992; reelaborada en 2014, a 25 años de la caída de la dictadura stronista. 

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